Blogia
Pao SuRealidad

Artículo espeluznante

SIN PALABRAS...
Pao
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Nota del Día
¿Causa pobreza la riqueza? Sólo para los alucinados

El analfabetismo es menos del trece por ciento, más y más jóvenes reciben una educación universitaria, contamos con excelentes carreteras y apenas se ven ranchos de paja y carretas de bueyes.

Publicada 13 de septiembre de 2006, El Diario de Hoy

El Diario de Hoy
editorial@ elsalvador.com

" Para que haya ricos tiene que haber pobres y para que haya pobres tiene que haber ricos", dijo un "analista político" en un programa televisivo reciente, barbaridad que desde hace dos siglos contradice la realidad. Afirmarlo es el equivalente a creer que la causa de las enfermedades son los embrujos.

Hay casos, ciertamente, en que la riqueza de uno es la pobreza de otro, como al repartir el botín obtenido de un secuestro y dejar fuera a algunos de la banda. En los organismos estatales, dada la naturaleza limitada de los presupuestos públicos, lo que se da de más a un ministerio por fuerza reduce las disponibilidades del resto. Antes del capitalismo, las limitaciones de la agricultura forzaron al infanticidio en unos casos y a migraciones masivas en otros, como la que llevó a los arios a invadir Europa y gran parte de Asia Menor.

Hoy en día, sin embargo, las empresas y los países más prósperos, son también aquellos donde los trabajadores ganan mejor gracias a una mayor productividad y a las fuerzas del mercado. En El Salvador, al igual que en Suiza, Paraguay o Corea, la gente anhela emplearse en las empresas líderes o más grandes, porque sabe que en ellas tendrá un mayor salario, mejores prestaciones y la posibilidad de superarse en lo profesional. Si fuera cierta la teoría de que para que unos sean ricos otros tienen que ser pobres, la riqueza de esas empresas se lograría esquilmando a los trabajadores y a sus clientelas, pagando los más bajos salarios. De ser así, la gente buscaría empleo en los negocios más pequeños pues en ellos, de acuerdo con la disparatada tesis, serían menos explotados.

La teoría mencionada se conoce como la de suma-cero: la riqueza (o pobreza) de una nación es la misma en el tiempo, no puede crecer. Como no puede crecer, cuando alguien tiene más es porque otro tiene menos; cada dólar que posee Bill Gates es un dólar que perdió alguien en el mundo.

Cuando se levantan empresas, se edifican casas, se importan automóviles y se activa el comercio, la consecuencia, piensan los agoreros, es que los pobres se vuelven más pobres; de allí el permanente estribillo de que las cosas van de mal en peor, de lo imprescindible que es efectuar un cambio de raíz a la organización social para detener la imparable caída al abismo. El cambio, desde luego, es el que ofrecen los que hace menos de 20 años secuestraban, asaltaban, extorsionaban, ametrallaban vacas, mataban alcaldes e intentaron arrasar con la infraestructura eléctrica del país, la que ha sido reconstruida a un altísimo costo por las presentes generaciones de salvadoreños.

Desaparecieron los descalzos

Sólo fanáticos pueden alegar que "cada día estamos peor", aun cuando algunas familias y sectores van a la zaga del desarrollo. Las señales desmienten la acusación, aunque todos quisiéramos que la marcha fuera más acelerada.

Según la Encuesta Nacional de Salud Familiar, Fesal, publicada en julio de 2004, nueve de cada diez viviendas cuentan con inodoro o letrina, el 87% de las viviendas tiene electricidad, y ocho de cada diez tienen televisor.

Mucho dice asimismo que la gente es más alta y mejor parecida que antes, además de vestirse mejor. El analfabetismo es menos del trece por ciento, más y más jóvenes reciben una educación universitaria, contamos con excelentes carreteras y apenas se ven ranchos de paja y carretas de bueyes. No es posible, en una economía de mercado, enriquecerse sin enriquecer a la comunidad.

0 comentarios